Mis redes siempre han sido particulares. Yo entiendo la efectividad, la comunidad y el alcance que tengo. Puedo recomendar un local, un vino o una técnica de cocina y algunos tomaran en cuenta mi opinión. Pero como entiendo la efectividad que poseo, también tengo presente lo mamaguevazo que soy. Luego de recomendar un negocio puedo subir una foto cagando, pedir nudes porque tuve un mal día o putear algo que no me gustó. Aunque todo esto venga lleno de una sinceridad absoluta y con una convicción de querer un lugar mejor, yo no saldría con alguien como yo. Quizás sufro del síndrome del falso impostor y no soy tan maldito como creo.
Los primeros días de agosto subí una historia muy inocente “¿quién quiere dar paseos domingueros en bici para terminar comiendo o bebiendo?” Mi expectativa era que aparecieran las 5 personas de siempre con que monto bici, la realidad es que me escribieron más de 20.
Como últimamente le he metido mucho tiempo a mi blog y mi día a día es hacer estrategias comunicacionales, activé una página en mi web y creé un servicio de mail list. Con dos razones simples: generar tracción a mi blog y tener un medio unidireccional para comunicarme. Solo eso. Pero seguía pensando que seríamos los mismos sospechosos habituales de siempre.
Me pareció divertido como poco a poco se fue suscribiendo más gente. Antes de salir al punto de encuentro la lista llegaba a 43. Me río. Durante el camino iba pensando en temas de conversación para juntar a las cinco personas con las que ruedo normalmente, ya que ellos no se conocían.
Como siempre llego 10 min antes. Llega una pareja y me pregunta ¿eres El Tarta?. Al rato llega otra persona y me dice “Hola un placer, que fina esta iniciativa ¿cuánto tiempo tienes haciéndola?”. Al rato “hola no tengo claro cómo es esto, mi esposa me anotó y vine con mi hija” Ya era la hora de salir y éramos 22 personas. De las cuales solo conocía a seis y a otros cuatro solo por redes sociales.
Yo me considero muy bueno creando experiencias y eventos. Lo he hecho muchas veces y he quedado contento. Pero eso no implica que me guste disfrutar de las actividades. Soy el típico dealer que no consume su producto. Disfruto la gente pero de a raticos, mucho tiempo me cansa. Pero en verdad, el domingo quedé feliz.
La salida fue un poco seca. Todo el mundo se iba adaptando a la actividad. Pero en cada kilómetro se iba creando un grupo. Al llegar al lugar se escuchaba las risas de @elizabethbracamonte @marisolfg15 y @jfrancisco2510. @yeecas se preocupó porque los dos niños que nos acompañaron se hicieran amigos. @ajavicto de @perritos_chao fue el motor que impulsó a todos los que pensaron que no lo lograrían. @johannymujica, como buena periodista, hizo que la gente hablara y se integrará. @melbandres de @melaniasbakery nos cantó en el regreso. @waylyng de @masadictos dio tips de redes sociales. Alguien se cayó y doña @gabystarq saco Vick Vaporub. Hasta @marialemorenom habló de sus pinturas. Justo antes de salir había un caucho que estaba en el piso. Más de tres personas sacaron infladores y herramientas, yo saqué una tripa/cámara. Dos personas arreglaron la bici, otra arregló la tripa pinchada. El dueño de la bici y yo mirábamos con detalle ya que no sabíamos cómo se reparaba.
Eramos 23 desconocidos que ocupamos casi todo el espacio de Kukin. La gente se fue contenta. Se rodó se, comió y se conocieron. Uno siempre anda con la idea de lo peligroso que pueden ser las redes sociales. Sí, estoy seguro que hay algunos sádicos en Tinder, unas estafadoras en Mercado Libre y algunos guerreros del teclado que pelean con cualquiera por puro ocio. Pero con toda franqueza puedo decir que hay gente que solo quiere pasarla bien, disfrutar y sobre todo comer.
Esta actividad la vamos a repetir el último fin de cada mes. Así que, nos vemos el sábado 24 para la segunda edición de Rodar para Comer.
Para inscribirte click aquí.
Texto corregido por keilyn