Tengo un problema con las salsas comerciales, todas saben igual o pretenden que una salsa se adapte a todos los platos. Muchas de estas opacan los sabores y se pierde el norte gustativo. El aderezo tiene que aportar, acompañar, dar matices… no se puede robar el show. La BBQ puede ser muy divertida, pero se ha convertido en algo plano y empalagoso.

Esta salsa compleja baila entre lo ácido, dulce y especiado. No hay una receta base porque cada ciudad y cultura tienen la suya y las variaciones son infinitas. Para mi los puntos claves son el picor, el balance y lo ahumado, pero todo depende del fin para que la use.

Cada vez que me dicen “pásame la receta” mi cerebro hace corto circuito porque la preparación que haga depende de la proteína y los comensales. Primero tenemos que escoger la base. Normalmente se usa puré de tomate, kétchup, mostaza o mayonesa, sí, existe la BBQ blanca. Mi opción siempre es 2/3 de puré de tomates y 1/3 de mostaza. Para las costillas de cerdo cambio el tomate por mermelada de frutos rojos. Las especias que siempre están invitadas: pimienta blanca, cayena, comino, paprika y ajo en polvo. El punto fresco siempre está entre orégano y romero depende de la proteína. Si es cerdo uso más romero. Siempre le agrego vinagre blanco, el de sidra de manzana también funciona muy bien. Lo más importante es el toque ahumado, el humo líquido es el meado de los dioses, sino intenta con merkén o paprika ahumada. El punto dulce siempre es con papelón o azúcar morena; también le agrego semillas de cilantro y mostaza para causar explosiones en algunos mordiscos. .

Mi consejo es que busquen una receta de bbq que les guste; Kansas, Texas, Alabama. Analicen los ingredientes y la función que tendrán y luego juegan. Subes el ahumado, el picante… busca el punto que te guste. No es difícil y así tienes la excusa perfecta para hacer más parrillas.

Texto corregido por keilyn