Han pasado 3 horas y solo ha sonado una canción en repeat. Lo único que interrumpe el loop músical son las notificaciones del correo, el celular y asana. El día está tenso. Lo digo yo, pero confirman las redes sociales y la gente que veo desde la ventana. Las ideas no fluyen. Estoy embotado. Tengo que resetear. Pausa la canción que me acompañó durante la mañana. Camino hacia los vinilos. La cabeza sigue organizando ideas. No se que quiero escuchar, pero intento que algún disco me pique el ojo. Mientras la aguja empieza su recorrido por el disco, yo arranco mi ritual de café. Pongo 20 gramos de él en el molino y 300 de agua en la tetera. Sí, la peso, es una manera de evitar calentar una cantidad que no voy a usar, ya saben, algo de conciencia ecológica. El agua caliente golpea el café. El olor de la cafetera y el estrés de mi cabeza empiezan a salir. El aroma, el proceso, el sonido que se está colando, secuestran mi atención. En mi cabeza ya no hay espacio para los correos, los problemas y los pendientes. El tocadisco reproduce el final de la segunda canción y yo ya tengo mi cafeína lista y la mente más despejada. Ahora 15 min de “power nap” mental y volver a la computadora con la cabeza fresca. Luego veré si más tarde vengo por otro café y por la cara B del disco.
Entiendo lo práctico de las cápsulas de café, pero a veces hay que bajar la velocidad. No necesitamos que todo esté listo al instante. Disfrutar el momento y desconectar es clave. La vida es un caos y nuestra mente no ayuda. Para mí el café y el vino tienen una cantidad de rituales que le dan más valor que la misma calidad de la bebida. Si tu vida es una locura date un tiempo para tener un ritual y desconectarte, creeme que luego de esos 20 min serás más efectivo.
Antes de ser un post este texto fue una historia. Varias personas me pidieron que lo publicara al feed para poderlo compartir. Laura sin escucharnos, lo convirtió en un capítulo de su podcasts de productividad saludable. Mucho más bonito y formal que mis historias, así que vayan a verlo.
Texto editado por Keilyn